Queridos sacerdotes, consagrados, miembros del pueblo santo de Dios, queridos hermanos todos en el Señor:
Ahora, en estas circunstancias difíciles, que han cambiado nuestra vida ordinaria, de un modo extraordinario, sigo estando muy cerca de todos vosotros, pero muy especialmente de los enfermos, mayores, de los que están solos y de las personas más vulnerables.
Quisiera, una vez más, tener muy presentes, con una oración agradecida al Señor, al personal sanitario, a las Fuerzas del Orden público, transportistas, trabajadores del sector de la alimentación y limpieza, a todos aquellas personas que estáis trabajando duro para que esta situación sea lo más llevadera posible. Estáis en lo más íntimo de mi corazón y de mi preocupación pastoral. Vosotros y vuestras familias estáis presentes cada día en la Eucaristía que celebro en la capilla de San Torcuato junto a los restos del Beato Manuel Medina Olmos.
No hemos suspendido el culto público por miedo, sino por responsabilidad con la sociedad de la que formamos parte y atendiendo las recomendaciones de nuestras autoridades nacionales y autonómicas. Como sabéis, con dolor no sólo hemos tenido que suspender la celebración pública de la Eucaristia, sino que de nuevo el pasado 21 de marzo, según ha sido publicado en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía Extraordinario nº 9, en su página 45, se prohíben todos los velatorios y se restringen las comitivas de enterramientos a los familiares más cercanos. Se nos indica que los cultos o ceremonias civiles fúnebres deben posponerse para cuando cese el estado de alarma con motivo del COVID-19.
Nada de esto quiere decir que la Iglesia está confinada en los muros de los templos. La Iglesia permanece muy viva y abierta, atenta al sufrimiento y dolor de sus hijos, y de la humanidad entera. Es el amor de una madre que está mucho más activo y siempre constante junto al hijo que sufre.
Jesús nos dijo, “Sin Mi nada podéis“ (Jn 15,4-5) Cada día, los sacerdotes -a los que agradezco su entrega e imaginación pastoral- unidos al Obispo y al Papa, oramos por vosotros que sois el pueblo de Dios a quien servimos; celebramos la Santa Misa por vosotros, os ponemos ante el Señor en la adoración eucarística y ofrecemos el sacrificio de vuestro dolor por no poder recibir físicamente al Señor en la Eucaristía.
A todos vosotros, queridos hijos de la diócesis de Guadix, os agradezco los grandes sacrificios que hacéis al no poder acudir a celebrar en comunidad la fe. Estoy seguro que el Señor, que nunca se deja ganar en generosidad, hará multiplicar sus bendiciones sobre vosotros. Pido al Señor que os haga experimentar su cercanía y su fuerza por medio de la comunión espiritual, que tantas veces ha sido remedio seguro para sostener y aumentar la Fe, la Caridad y la Esperanza de quienes, por diversos motivos graves, no podían comulgar.
En este tiempo de incertidumbre, como expresión de esta cercanía del Señor y de su Iglesia a todos, voy a bendecir con el Santísimo Sacramento, desde la torre de la Catedral- por cierto, Catedral con el título de la Encarnacion”- a toda la Diócesis. Será el día de la Encarnacion, el próximo 25 de Marzo a las 12 de la mañana, celebrando que Dios se encarna y se hace hombre para ser el Buen Samaritano, el Buen Pastor. Cristo es el Señor de la vida, de nuestras vidas, la salud de nuestras almas, y la vida de los difuntos. No vivimos angustiados ni desesperados, vivimos con responsabilidad, desde la fe, el momento presente. Y desde esta responsabilidad, sé que ahora, más que nunca en la historia reciente, necesitamos a Jesús y de Jesús. Ahora queremos acoger y hacer vida, la invitación del Señor, “Venid a Mi todos los que estáis cansados y agobiados y Yo os aliviaré”(Mt 11,28).
La torre de nuestra Catedral se alza señera al cielo cual faro que orienta la vida de los hijos de la Iglesia. Rematada por la sagrada imagen del Sagrado Corazón de Jesús, Cristo, Luz de los pueblos, se convierte en esperanza segura, en oración y plegaria para todos los que, en momentos de oscuridad, alzan su mirada al cielo y se encuentran con la imagen protectora del Señor, que para custodiar la fe y la vida de los diocesanos, fue colocada en 1945 por mandato de nuestro recordado obispo don Rafael Álvarez Lara, quien para celebrar esa cita histórica y espiritual, celebró la Santa Misa desde la Torre de nuestra Catedral. En este 2020 se cumplen 75 años de tan piadoso acto, que vivió la Diócesis con inusitado fervor. Cuantas veces he oído decir, “cuando salgo a la calle, lo primero que hago es mirar al Sagrado Corazón”; o “siempre que tengo un problema rezo mirando la imagen del Corazón de Jesús.” Ya no imaginamos nuestra Catedral sin esta querida imagen del Señor. El Corazón de Cristo es, ha sido y será, el hogar seguro de los que sufren, el consuelo de los abatidos, y la esperanza de nosotros los débiles; por eso, bajo la mirada del Corazon de Cristo, Sagrado Protector de nuestra Diócesis, daré la bendición con el Santísimo Sacramento el proximo miércoles a las 12 del medio día.
Os invito a todos los sacerdotes y fieles a uniros espiritualmente a esta celebración, rezando el Ángelus en vuestras casas y tocando las campanas de todas nuestras Iglesias. Animo y ruego a los fieles de Guadix a que se unan desde sus balcones y ventanas, y a todos los diocesanos desde sus casas, hacienfo visible y real la comunión de los santos. Cuando oigáis las campanas de vuestra parroquia, en ese momento, el Señor os estará dando su bendición. Haced un acto de adoración al Santísimo y pedidle fervorosamente por el cese de esta pandemia. Que esta bendición sea escudo que nos defienda de todo mal y medicina que alimente nuestra fe y reconforte nuestra esperanza.
Que la Santísima Virgen, en cuyo seno bendito y virginal se encarnó Jesucristo, siga siendo los brazos seguros donde acurrucar todos nuestros miedos para transformarlos en verdadera Esperanza.
Con mi afecto y bendición.
+Francisco Jesus Orozco Mengíbar
Obispo de Guadix