Muy Antigua Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad

La de Nuestra Señora de la Soledad es una imagen de tamaño natural realizada a mediados del siglo XX para sustituir a una anterior desaparecida en la Guerra Civil.

Por la vinculación de la Parroquia de San Miguel con Amadeo Ruiz Olmo se le encarga al escultor cordobés que realice una nueva imagen para su veneración en la feligresía.

La obra escultórica original es de talla completa, y presenta el cuerpo vestido con una túnica negra con pliegues y cíngulo a la cintura, y muestra parte de uno de los pies. En el año 1989 es intervenida por José Manuel Bonilla Cornejo, en Sevilla, para subsanar problemas tanto estructurales como de fijación de la policromía. El resultado final obliga a realizar un nuevo cuerpo, de los llamados de candelero, solo pudiendo mantener tallados y policromados el busto y las manos.

Ambos, busto y manos, están completamente humanizados con la presencia de pelo tallado en la cabeza.

La imagen representa el momento en que la Virgen ha dejado el cuerpo de Cristo en manos de José de Arimatea y Nicodemo para comenzar el camino hacia el Sepulcro.

El momento de dolor intenso vivido por la Madre en el calvario ahora queda en un dolor silente, con la mirada ausente y fijada en el horizonte sin destino concreto.

Una de las peculiaridades de la imagen es que presenta las manos unidas con los dedos entrelazados como gesto de mayor introspección.

En el paso, enmarcada por la Cruz y el sudario tras el descendimiento, la Virgen revive en su interior las palabras del Simeón cuando profetiza que “una espada de dolor atravesará tu alma”. Un anuncio de la Pasión de Cristo hecho en la presentación del Niño en el templo. De ahí que el corazón traspasado sea el escudo de la Hermandad y símbolo del dolor de la Soledad por la muerte de Cristo.

En este momento, en la iconografía y simbología del paso, Cristo ha descendido a los infiernos provocando pavor y huida de los demonios representado como dragones acompañados de manzanas por el pecado y calaveras por la muerte que provoca en el hombre.